Del Engaño al Renacer: Una Carta a un Hombre que Nunca me Perteneció

Esta carta nace del fondo de mi alma, con la única intención de que comprendas lo que viví en los tiempos que compartimos. ¡No, disculpa! Decir que compartimos no sería justo, debería decir: durante el tiempo que yo creí pensando que compartíamos. Siento la necesidad de contarte esto para que ninguna otra mujer pase por la angustia que tú me hiciste vivir, no le deseo ese dolor ni a mi peor adversario.

Es probable que te sorprenda, pero siempre tuve la convicción de que envejecería a tu lado. Para mí, eras el hombre con quien soñaba, el aire fresco que llenaba mis pulmones y el arcoiris que llenaba mi mundo de colores. Eso y más eras para mí, pero estaba ciega ante la evidencia de que tú no sentías lo mismo.

Para ti, estar conmigo era algo conveniente; un escape del estrés, después de todo, necesitabas a alguien que cuidara de tu hogar, que te hiciera compañía; nunca fui más que eso para ti. Nunca fui tu alma gemela, ni el amor de tu vida, sólo era alguien pasajero hasta que encontrases a tu verdadero amor; lo triste es que yo no estaba al tanto de todo esto.

Viví en la ignorancia durante mucho tiempo, creyendo que había un verdadero compromiso entre nosotros. Pensé que estarías allí para apoyarme en tiempos de dificultad, pero la realidad es que apenas prestabas atención a mis palabras; estabas más centrado en tus mensajes de texto a otras mujeres que en escucharme. Priorizaste tu tiempo con tus amigos en lugar de pasar tiempo conmigo en casa; nunca te tomaste el tiempo para entender mi trabajo, mis amistades o mi familia.

Todo eso era demasiado para ti, pero yo, en mi inocencia, sólo anhelaba tu amor, tu cuidado, deseaba ser la mujer de tu vida. Anhelaba ser la última persona en tu mente antes de dormir y la primera al despertar. Soñaba con que me amaras con la misma intensidad y profundidad con la que yo te amaba, pero nunca te diste cuenta de ello o tal vez, optaste por ignorarlo.

Yo era la que pasaba la noche en vela, llorando, lidiando con el dolor, mientras tú dormías pacíficamente a mi lado, sin tener idea de la tormenta que azotaba mi interior.

Cada día se convertía en una lucha, una lucha por tu amor.

Fue entonces cuando, en una de esas noches de desolación, me encontré frente al espejo y quedé estupefacta. La mujer que veía era una sombra de mí misma, sus ojos rojos por las lágrimas, su piel pálida, su maquillaje manchado por las lágrimas. Me horrorizó ver en lo que me habías transformado, o mejor dicho, en lo que yo había permitido que me transformaras. En ese momento supe que tenía que cambiar, y comenzó mi camino hacia la liberación. No quiero ser una mujer más marcada por la tristeza en este mundo; anhelo algo más, merezco algo más; algo que tú no puedes darme.

Ahora, después de todos estos años sin ti, quiero darte las gracias. Gracias por mostrarme mi fortaleza, por hacerme tropezar tantas veces hasta que aprendí a levantarme por mí misma. Te agradezco por no amarme, porque de esa forma le diste la oportunidad a otro hombre de brindarme la felicidad que tú no pudiste darme y, sobre todo, gracias por dejarme ir. El día que me alejé y tú no intentaste detenerme, fue como un renacimiento para mí, y no cambiaría esa sensación por nada en el mundo. Quiero agradecerte una última vez por ayudarme, aunque sin quererlo, a convertirme en la persona que soy hoy.

Sin ti, quizás nunca habría descubierto mi verdadero valor.

Sin amor para ti,

La mujer que nunca poseíste.


>>>TÚ HORÓSCOPO<<<